viernes, 7 de enero de 2022

Cambio de planes

Hace unos días, "propuse" una encuesta en una conocida red social en la que planteaba si a los 44 años se era mayor para cambiar de trabajo.

Si bien es cierto que, según lo esperado, no hubo excesiva participación, el resultado fue un rotundo NO. 

Sin embargo, a raíz de varias charlas con personas de confianza y de alguna que otra lectura que "casualmente" ha caído en mis manos, llevo días dándole vueltas a ciertas cuestiones relacionadas con todo esto...

Me sorprende el ver cómo cuando un amigo, familiar o persona cercana nos comenta que no se siente bien con su pareja, que esta le hace daño o, simplemente, que ya no funciona, no tenemos ningún reparo en aconsejarle que la deje, que se separe de ella, que no permita que la dañen, etc.; pero, ¿qué pasa si lo que hace daño o no funciona es un trabajo? Seguro que a todos se nos llena la boca diciendo que la respuesta sería exactamente la misma y, sin embargo, sé de primera mano que eso no es cierto. 

Tal vez el vivir en una sociedad capitalista nos haga sentir que necesitamos ese puesto, ese sueldo, para pagar un alquiler, unos gastos y tener una vida medianamente cómoda y digna. Y seguro que es cierto. Tal vez no esté bien visto en un currículum que se haya trabajado en muchas empresas. Tal vez sea miedo. O tal vez, simplemente, es que no es lícito ni adulto cambiar de planes y cerrar etapas...

Vuelvo a repetir que no lo sé. Pero lo que sí sé es que, cuando ya has vivido media vida y te planteas cambiarla, pocas son las personas que te apoyan, te animan a hacerlo o te dan una oportunidad. Y, no, no estoy hablando de dejar todo de la noche a la mañana con, como vulgarmente se dice, "una mano delante y otra detrás" - que, dicho sea de paso, me parece estupendo para aquellos que sean lo suficientemente valientes como para hacerlo -, no. Hablo de luchar por lo que se quiere, hablo de tener el coraje de admitir que lo que tienes ya no te llena y no te resulta suficiente, hablo de sentir que ya has dado todo lo que podías y que ahora quieres enfocar tu ayuda hacia otros lados y personas...

Igual simplemente es cuestión de pragmatismo; a lo mejor es que creo demasiado en que se debe hacer lo que realmente sale de dentro para que de verdad llegue a los demás y se pueda llevar a cabo una labor valiosa. Tal vez solo son pensamientos lunáticos de las cuatro de la mañana. O solo es que me considero con derecho a sentirme feliz y orgullosa lo que me resta de vida. Ni idea. Y tampoco me importa porque sé que, con el pequeño apoyo que tengo y las grandes ilusiones que me palpitan, seguiré luchando por ello.

¿Demasiado emocional? Puede ser. Pero, eso sí, desde hace tiempo, con los pies en el suelo. Porque ya hace años, alguien que sabe mucho de esto me enseñó que, para que los sueños se cumplan, se ha de tener "la cabeza en las nubes y los pies en la tierra". Si no, te caes. Es un concepto básico de la Física...

jueves, 4 de noviembre de 2021

Eso es la vida

Años sin escribir en el blog y, sin embargo, con un montón de cosas que decir. 

Me paro a pensar y muchas de las personas que estaban a mi lado cuando lo creé ya ni siquiera sé por dónde andarán. Ahora, hay otras nuevas a mi lado. Porque, nos guste o no, la vida es eso: gente que sube y baja de nuestro tren, personas que permanecen durante todo el viaje y otras a las que nosotros mismos abrimos la puerta para que no continúen en él. 

Y está bien que así sea. Porque eso es vivir. Porque eso significa que crecemos. Porque eso significa que VIVIMOS. 

Y, por todo ello, hoy me siento agradecida de esas personas que en algún momento compartieron un trayecto, por mínimo que fuera, conmigo. De esas que no se han bajado y de aquellas que acaban de subir. 

Me siento agradecida porque todas ellas hacen que mi vida sea la que es y que yo haya llegado a ser quien soy. 

GRACIAS

sábado, 28 de abril de 2018

Creatividad y emociones: más allá del lenguaje.

Desde bien pequeña me han dicho que no callaba… ¡Incluso recuerdo que uno de mis familiares me comentó que debería ser locutora de radio porque “retransmitía todo lo que iba haciendo"! 

Sin embargo, aquello que contaba no era más que todas esas cosas que me habían sucedido en el cole o que realizaba en ese momento, pero, cuando se trataba de expresar lo que sentía, ya era muy distinto.  Para esas situaciones, prefería escribir o dibujar.

Con la llegada de la adolescencia todo aquello se complicó un poco… Seguía contando mis cosas, pero cada vez me costaba más; y en lo que se refería a expresar… ¡eso ya sí que era otro tema! Mis lápices, mis papeles, mis estilográficas… eran mis compañeros de desahogo.

Desde entonces han pasado bastante años y, digamos que “casualidades” de la vida, me dedico a trabajar con adolescentes. Y yo me pregunto: ¿ha cambiado algo en lo que a expresar emociones se refiere? Se habla mucho de Inteligencia Emocional, pero, ¿realmente les ayudamos a ponerla en práctica?, ¿y si les enseñáramos que, mediante la creatividad, podrían llegar a entender mejor lo que sienten y, por ende, a conocerse a sí mismos? ¿Y si les diéramos témperas, muñecos, colores, plastilina, papel…, les dejáramos bailar a su aire, caminar en función de lo que sienten, relacionarse…? Tal vez ayudaría, ¿no?

Pues todo esto es lo que hicieron ocho adolescentes en Sincronía. Psicología Elena Guerrero la mañana del pasado sábado 14 de abril. Una gran experiencia de la que se llevaron algunas pequeñas (o grandes) experiencias, reflexiones, diversión y por supuesto… ¡Emociones!

Esperamos que, dentro de poco, se pueda repetir. 

Gracias a Elena Guerrero y a Julia Orallo y, por supuesto, a todos los que participasteis, ya que sin vosotros nada de esto hubiera sido posible.





miércoles, 17 de febrero de 2016

Vuelta a la adolescencia

Hoy, por unas horas, he vuelto a sentirme adolescente...

No, no me he ido de "botellón" ni he pasado la mañana haciéndome "selfies"; simplemente, he tenido la suerte de compartir unas convivencia con dieciséis de mis alumnos.

Por motivos obvios, no hablaré aquí de todo lo que se ha vivido en esa sala, de las cosas que se han dicho ni de las dinámicas que se han hecho; pero sí quiero hacerlo de lo que yo he sentido. Y es que esos chicos me han demostrado, una vez más, que los adolescentes no son solo un montón de hormonas revolucionadas. Ellos me han hecho llorar, reír, enternecerme; me han hecho ver la capacidad de comprensión y empatía con la que cuentan, la creatividad e intuición que poseen. 

Con ellos, he recordado la importancia de expresar los sentimientos y lo mucho que vale el abrazo de un amigo en un momento determinado.

Gracias a ellos, he comprobado que, tanto a su edad como a la mía, seguimos teniendo esa inocencia que nos otorga el maravilloso "poder" de sorprendernos. He re-aprendido el gran error que estriba en poner etiquetas y dejarnos guiar por las apariencias...

Dejemos de pensar que solo les importan los videojuegos o los teléfonos móviles de última generación. Dejemos de pensar en ellos como chavales de 15 años con problemas "ridículos", "rebeldes sin causa" y sin preocupaciones ni ambiciones en la vida. Porque son mucho más que eso. 

Tal vez deberíamos plantearnos si muchos adultos no deberíamos aprender algo de ellos...


sábado, 9 de enero de 2016

"Trastorno tabú"

Cada día me sorprende más, y me disgusta, todo sea dicho de paso, cómo el término "depresión" se emplea de manera frívola y banal, llegando incluso a utilizar su acortamiento en momentos nada adecuados. Y, aunque sé que no se hace "de mala fe", considero que es algo lo suficientemente serio como para tratarlo con la importancia que merece. Es más, yo, que soy poco amiga de las estadísticas, esta vez me veo obligada a recurrir a ellas:

Según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno mental afecta a más de 350 millones de personas en el mundo, vaticinando que, en el año 2020, "será la segunda causa de incapacidad, solo detrás de enfermedades como los infartos, insuficiencia coronaria o accidentes cerebrovasculares."

Por otro lado, también me resulta llamativo el hecho de que, en los últimos años, numerosos personajes públicos de nuestra sociedad acudan a los medios de comunicación reconociendo que ellos mismos han sufrido - o sufren - este tipo de trastorno.

Sin embargo, yo me pregunto: ¿qué sucede cuando el que lo padece es una persona "de a pie" y no alguien conocido? Vistas las estadísticas antes mencionadas, me aventuraré a afirmar que, lo sepamos o no, es probable que en nuestro entorno más cercano exista alguien sufriendo por ello.  No faltará a trabajar, y, si lo hace, es probable que alegue que el motivo es otro, hablará poco de sí mismo, evitará relacionarse y tener conversaciones sobre temas personales y, en el caso de que no le quede más remedio, simplemente dirá que "está pasando por una mala época". Y es que, ¿acaso hay tanta diferencia social entre pasar una gripe y una depresión?, ¿no son ambas enfermedades?; entonces, ¿por qué tenemos que ocultarlo? 

Tal vez, alguien que lea esto me contestará que no hay porqué hacerlo. No, no debería ser así, pero, a esas personas, las invito a que lo hagan y prueben a ver qué ocurre con su puesto de trabajo, su entorno laboral e incluso, en ocasiones, social y familiar.

No pretendo ponerme pesada ni incisiva, pero, sinceramente, no lo entiendo. Se supone que nuestra sociedad ha evolucionado - y quiero pensar que lo ha hecho...- y, sin embargo, seguimos tratando determinadas enfermedades como  algo tabú, como trastornos que es mejor ocultar...

¿Hipocresía? ¿Miedo? ¿Desconocimiento? No lo sé, pero me parece que ya va siendo hora de que cambien las cosas. 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Solo es una decisión

En algún momento, todos nos perdemos. Al menos, todos los que nos buscamos. Y, a diferencia de lo que siempre he oído por ahí, no creo que levantarse sea suficiente - de hecho, creo que ni siquiera es necesario; siempre se puede avanzar a gatas o incluso arrastrándose...- ; no, lo realmente importe es no cesar en nuestro empeño de buscar. Porque, a pesar de lo que hayas vivido o de la edad que tengas, siempre hay tiempo para encontrar. Y solo - y digo "solo" a sabiendas de que es una ardua tarea- se necesita escuchar a tu corazón, a ese "yo esencial" que habita en lo más profundo de ti y que llega un momento en la vida en el que, de una manera u otra, te pide a gritos que le hagas caso, que le tengas en cuenta.

Ahora, mientras escribo esto, me resulta inevitable recordar aquel fragmento de Susanna Tamaro que dice " (...) Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aun. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve"; sin embargo, en los últimos meses, he comprendido que no es necesario encontrarse en una encrucijada para sentarse, respirar y escuchar. Me he dado cuenta de que, si lo haces día a día, poco a poco comprenderás que ese "yo profundo" te habla y te guía, y que solo así serás capaz de saber quién eres, de descubrir qué buscas, de sorprenderte cada día ante cosas nuevas con la misma inocencia con que lo haría un niño, de sentir la paz en tu interior, de hacer que el amor sea el motor de tus acciones...

Aún así, siempre queda la opción de taparse los oídos, de cerrar los ojos y continuar en lo ya conocido...

Todo es válido. Solo es una decisión. 

martes, 21 de octubre de 2014

Cerrando etapas

Supongo que, por mis propias experiencias, he aprendido que en esta vida es necesario ir cerrando etapas. Que no se puede vivir de recuerdos y, mucho menos, en el pasado. Sin embargo, espero que todo lo que he vivido en esta última quede en mi memoria por muchos, muchos años.

Como he dicho en muchas ocasiones, soy del tipo de personas que piensa que todo ocurre por algo y que las cosas, y sobre todo las personas, llegan a nuestra vida cuando tienen que hacerlo. Pues bien, el pasado mes de abril, aparecieron en la mía un montón de adolescentes increíbles, unos compañeros de trabajo excelentes - algunos, a día de hoy, ya amigos - y un centro escolar, nada parecido a los que estaba habituada, que me han hecho recordar multitud de cosas que había olvidado.

Por eso, me permito el lujo de "aprovecharme" de este blog para darles las gracias. Gracias a todos por hacerme sentir de nuevo lo gratificante que es ser uno mismo; gracias, chicos, por demostrarme que si perdemos el miedo a salirnos de lo que se considera lo "normal", el miedo a sentirnos "distintos", seremos capaces de vivir de una manera mucho más placentera y natural. Gracias. Gracias por acompañarme en estos meses. 

Tal vez sea una profesora (¿persona?) atípica, distinta o incluso rara. No lo sé. Nunca me lo he planteado. Pero lo que sí sé es que si eso hace que reciba tanto cariño y apoyo de mis alumnos, compañeros y familias... ¡bienvenida sea la "rareza"! 

¡Mil gracias a todos!