lunes, 9 de abril de 2012

La alegría

Hoy me siento alegre. Ha salido el sol. Es lunes y no tengo que trabajar. ¡Y un montón de cosas más!

Y, ¿qué es eso de la "alegría"?, ¿qué es lo que realmente sucede cuando decimos que nos "sentimos alegres"?

Etimológicamente, la palabra "alegría" procede del latín "alicer-alicris" y, ya por entonces, significaba "vivo y animado"

La alegría se activa neurológicamente, según Tomkins, mediante un fuerte descenso de descarga neuronal y, así, se vivencia como una experiencia positiva, reforzante y placentera, que viene acompañada de sentimientos de bienestar, placer y confort. De esta forma, la mente y el cuerpo se encuentran en equilibrio pudiendo llevarnos a una sensación de bienestar y relajación e, incluso, a un aumento de la autoestima. Así, si nos sentimos alegres, la vida resulta más agradable ya que seremos capaces de contrarrestar experiencias vitales inevitables como la frustración, la decepción o el afecto negativo, en general.

Su origen puede ser muy diverso; se puede dar por el alivio de un dolor físico, de los problemas; por acontecimientos positivos, como puede ser el simple hecho de ser acariciado, o por aquellos que confirman el concepto de autovalía de la persona.

Física, o fisiológicamente, esta emoción se refleja mediante la disminución de la frecuencia cardíaca acompañada de un aumento de la actividad motora y, sobre todo, del llamado músculo zigomático (ese que hace que las comisuras de nuestra boca se eleven...). También, derivado del anterior, hace que aparezca en nuestra cara una sonrisa, o incluso la propia risa, que provoca, a su vez, cambios hormonales; igualmente, abrimos los ojos, la boca; aumentamos nuestra tensión muscular, etc.

Y, ahora, me pregunto yo: ¿no nos relacionamos mejor cuando sonreímos?, ¿no nos sentimos más animados cuando los demás lo hacen? La sonrisa es contagiosa. ¡Expandamos esa epidemia!





No hay comentarios:

Publicar un comentario