lunes, 18 de junio de 2012

El poder de la adivinación

"Y, simplemente, recuerda que la persona que tienes a tu lado: tu amigo, tu amante, tu padre, tu hijo..., tal vez no posea el poder de la adivinación"

Dicho esto, dio media vuelta y se marchó.

Permanecí sentada durante un buen rato. Inmóvil. En silencio. Pensando en aquello mientras su silueta se alejaba lentamente entre la multitud. ¿Acaso yo esperaba de los demás que fueran "adivinos"? No. O tal vez, sí... ¿Solía pedir lo que quería?, ¿decía lo que sentía? ¿O más bien callaba dando por hecho que los demás pensaban y sentían como yo?

Una lágrima rodó por mi mejilla hasta caer sobre la mano que tenía en mi regazo. ¿Cuántas veces me había disgustado con un ser querido porque no había actuado como yo pensaba que debía hacerlo? ¿Tenía derecho a ello? Sí, tal vez, derecho, sí; al fin y al cabo, el "derecho" era sólo mío..., pero ¿y tenía derecho a hacer daño a aquella persona sólo porque no había podido "adivinar" cómo quería yo que actuase?

La voz de una mujer me sacó de mi ensimismamiento...

"Perdone... ¿Podría echarme una mano?"
"Disculpe".- Respondí algo avergonzada.- "No sabía que necesitase ayuda..."
"Lógico. Yo ni siquiera se lo había dicho...".- Contestó con serenidad. 

Y una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro...  

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