miércoles, 8 de agosto de 2012

Permítete brillar

Hace unos meses, acudí a un curso de "Seducción" impartido por Luis Dorrego.

Recuerdo que, al comenzar, sentados en círculo sobre cojines, Luis preguntó a los asistentes cuántos habíamos dicho a nuestros familiares y amigos que ese fin de semana íbamos a hacer un curso; si no recuerdo mal, levantamos la mano prácticamente todos. La siguiente pregunta fue más concreta: ¿Y cuántos habéis dicho que el curso es de "seducción"? El número de manos alzadas disminuyó considerablemente. Claro está que, inevitablemente, identificábamos "seducir" con "ligar" y parece ser que eso no está tan bien visto como para ir propagándolo... Pero no, no habíamos ido ahí a que nadie nos enseñara a ligar; sino, nada más - ¡y nada menos! -, a descubrir ese potencial interior que todos tenemos; a buscar esa luz, a mostrarla y a permitirnos brillar.

En fin, el caso es que, como suele suceder, el taller comenzó con las pertinentes presentaciones y con, como la llamo yo, "la pregunta del millón": ¿qué esperas conseguir en este curso? Al llegar mi turno, mi respuesta fue clara: "Nada". Ante la mirada algo atónita de mis compañeros y la medio sonrisa que se intuía en el rostro del profesor, puntualicé: "después de unos cuantos cursos contigo, Luis, he aprendido a no esperar nada de los talleres. He comprendido que siempre acabo equivocándome y descubriendo que lo que realmente pensaba que iba a encontrar, no tiene nada que ver con todo lo que me llevo el último día". Y no me equivocaba.

No pretendo desvelar los "trucos" y secretos de este curso, pero puedo decir que, en él, descubrí el potencial que todos llevamos dentro; fui capaz de ver la luz que hay en mi interior, identificarla y mostrársela a los demás tal y como es. Reconocí ese brillo también en las personas que tenía a mi alrededor, me dejé llevar por ellas, me empapé de buena energía y de intuición; y, entre risas y algún que otro lloro (estoy empezando a pensar que eso de llorar en los cursos es algo innato en mí), adquirí una serie de "herramientas" que, hoy por hoy, puedo afirmar que han hecho poso en mí ayudándome a mejorar mi conocimiento y desarrollo personal. Tal vez, suene demasiado teórico, pero lo que sí sé es que, desde aquel curso, cuando flaqueo, cuando necesito fuerzas, me miro al espejo y soy capaz de ver y sentir esa intensa luz que llevo dentro. 

Y es entonces cuando recuerdo aquel fin de semana y me permito brillar, sabiendo que, sea seducción o no, la vida es mucho más bonita si hay luz. Sobre todo, si esta sale del fondo del corazón.

1 comentario:

  1. Bonita experiencia.
    Yo también tuve el placer de asistir a alguno de sus cursos y, realmente, uno aprende a sacar lo mejor de sí mismo.

    Un saludo,
    Elena

    ResponderEliminar