jueves, 23 de mayo de 2013

Pedir ayuda

¿Por qué nos resulta tan difícil pedir ayuda?

Supongo, que hay personas que, al hacerlo, creen que son más débiles o, incluso, se sienten vulnerables; otras, simplemente tienen miedo al rechazo, a la respuesta negativa; otros... No lo sé, me imagino que habrá multitud de razones para ello.

Sin embargo, es curioso como, una vez que lo haces, te das cuenta de que realmente lo que le estás diciendo a la otra persona no es "¡Ayúdame!, soy débil y no puedo solo", sino, más bien, algo como "Te pido ayuda porque confío en ti". Y, después, le coges el tranquillo...

Con ello no quiero decir que no debamos esforzarnos e intentar solucionar nuestros "problemas" solos, pero es importante que seamos capaces de discernir entre ese luchar por nosotros mismos y algo parecido a un orgullo solapado que nos impide mostrarnos como realmente somos: con nuestras virtudes y con nuestras carencias, como cualquier ser humano.

Y ¿cuál es el motivo de que, exactamente hoy, escriba esta entrada en mi blog? Pues no es otro más que ayer fui yo la que tuve el VALOR de pedir ayuda. Y, sí, escribo "valor" con mayúsculas porque, para mí, fue uno de los mayores logros que he hecho en los últimos meses. 

Y, ¿pasó algo? Pues sí. Pasó y mucho. Tanto que hoy soy capaz de estar redactando esta entrada en mi blog...

Fui capaz de pedir ayuda a dos desconocidos. Desconocidos que me escucharon, me ayudaron, me animaron y me hicieron darme cuenta de lo realmente necesario que es solicitar una mano cuando sientes que te falta la tuya.

Y no me siento más débil que ayer por la mañana, ni peor persona, ni menos adulta, ni nada por el estilo. Más bien, creo que siento todo lo contrario. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario