viernes, 7 de junio de 2013

Sin echar la vista atrás

¿Qué meter en aquella minúscula mochila? 

No tenía muy claro qué era lo que debía acompañarle en su nueva andadura y, tal vez, aquella bolsa era demasiado pequeña...; sin embargo, cuando la vio ahí, olvidada en el fondo del armario, supo que ella debía ser su compañera de viaje.

Sin pensarlo demasiado, cogió aquel libro, su cuaderno en blanco y un lapicero e introdujo todo en la mochila de cuero desgastado.

Después, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y, apoyando la espalda en la pared de aquella habitación que pronto dejaría de ser suya, se permitió cerrar los ojos unos instantes, echar la cabeza hacia atrás e inhalar intensa y lentamente ese aroma que invadía su vida.

Abrió los ojos. Con decisión, se puso en pie, agarró de una sacudida la bolsa con sus futuras pertenencias y salió  la calle.

Con paso decidido comenzó a andar. 

Sin permitirse, siquiera, echar la vista atrás...

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