miércoles, 17 de febrero de 2016

Vuelta a la adolescencia

Hoy, por unas horas, he vuelto a sentirme adolescente...

No, no me he ido de "botellón" ni he pasado la mañana haciéndome "selfies"; simplemente, he tenido la suerte de compartir unas convivencia con dieciséis de mis alumnos.

Por motivos obvios, no hablaré aquí de todo lo que se ha vivido en esa sala, de las cosas que se han dicho ni de las dinámicas que se han hecho; pero sí quiero hacerlo de lo que yo he sentido. Y es que esos chicos me han demostrado, una vez más, que los adolescentes no son solo un montón de hormonas revolucionadas. Ellos me han hecho llorar, reír, enternecerme; me han hecho ver la capacidad de comprensión y empatía con la que cuentan, la creatividad e intuición que poseen. 

Con ellos, he recordado la importancia de expresar los sentimientos y lo mucho que vale el abrazo de un amigo en un momento determinado.

Gracias a ellos, he comprobado que, tanto a su edad como a la mía, seguimos teniendo esa inocencia que nos otorga el maravilloso "poder" de sorprendernos. He re-aprendido el gran error que estriba en poner etiquetas y dejarnos guiar por las apariencias...

Dejemos de pensar que solo les importan los videojuegos o los teléfonos móviles de última generación. Dejemos de pensar en ellos como chavales de 15 años con problemas "ridículos", "rebeldes sin causa" y sin preocupaciones ni ambiciones en la vida. Porque son mucho más que eso. 

Tal vez deberíamos plantearnos si muchos adultos no deberíamos aprender algo de ellos...


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