jueves, 27 de junio de 2013

Crea un destino que puedas amar

Últimamente leo mucho un pequeño fragmento de Así habló Zaratustra que me pasó alguien muy importante para mí. 

Cuando me lo dio, me pidió que lo leyera y que en el momento en el pudiera responder se lo hiciera saber. Finalmente - creo que realmente vio que no sacaba ninguna conclusión razonable ni "adecuada" para mí - me envió la interpretación que se hacía del mismo.

El caso es que desde hace unos días no dejo de tenerlo en la cabeza; leo el texto y su interpretación. Y, luego, me quedo pensando en ello... Incluso me he sorprendido dándole vueltas mientras iba en el autobús o haciendo cualquier tarea cotidiana.

Es por eso, porque creo que, al igual que a mí, les puede servir a más personas, que he decidido copiarlo aquí:

"¿Qué ocurriría si algún día o alguna noche, un demonio llegara a ti, en lo más solitario de tu soledad, y te dijera: “deberás vivir la vida, tal como la vives, una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que tendrás que volver a sentir cada dolor y cada gozo, cada pensamiento y cada suspiro, todo lo indescriptiblemente pequeño y grande de tu vida, todo, en la misma sucesión y secuencia, incluso esta araña, esta luz de luna entre los árboles, aun este momento y a mí mismo. El eterno reloj de arena de la existencia se da vuelta una y otra vez y tú con él ¡oh, mota de polvo!” ¿No te arrojarías acaso al suelo y rechinarías los dientes y maldecirías al demonio que así te habló? ¿O experimentarías una tremenda sensación que te llevara a responderle: “eres un dios y nunca oí cosa más divinal que ésa”? Si esta idea se apodera de ti, te cambiaría, o, quizá, te aplastaría."

Bien, ahora escucha en silencio tu elección y piensa en ello. 

El pasado no se cambia, pero el futuro está en nuestras manos; así que, ¿no merece la pena crearse uno del que luego no vayamos a arrepentirnos?

Solo piénsalo...


Gracias, M.C.

domingo, 16 de junio de 2013

De todo se aprende

Está claro que las relaciones son complicadas. Y no me refiero solo a las de parejas; no, sino a las de amistad, a las familiares... a todas aquellas en la que exista un vínculo emocional. 

Y es que bien es cierto que todos somos diferentes y que, muchas veces, nos cuesta adecuarnos o entender a la otra persona. Y llega la ruptura.

No pretendo hacer aquí un listado de motivos por los que se rompe una relación; primero, porque sería interminable; segundo, porque me parece absurdo. Sí, me recuerda un poco a cuando alguien va al médico y, tras explicarle los síntomas que padece, lo único que le importa es saber qué es lo que tiene; bien, entiendo que "ponerle un nombre"puede dar tranquilidad, pero considero que lo realmente importante es saber cómo ponerle solución a aquello que pasa. Sea lo que sea.

Pues bien, desde mi punto de vista, con las rupturas emocionales sucede un poco lo mismo; ¿acaso vamos a arreglar algo dándole vueltas y más vueltas a lo que ha sucedido? ¿No sería más efectivo pararnos a pensar las cosas buenas que hemos sacado de ello? Desde mi propia experiencia, creo que sí.

Y con ello no quiero decir que no haya que pasarlo mal; es más, creo que esos sentimientos de tristeza y dolor son sanos y "adecuados" en esas situaciones, pero también estoy convencida de que no estaría de más hacernos una serie de preguntas que nos ayudarían en el momento y, sobre todo y más importante, en un futuro.

¿Y cuáles son esas preguntas? Muy sencillo, simplemente plantéate:

1.- ¿Qué he aprendido de esta relación que me pueda ser útil para mi futuro emocional?
2.- ¿Qué he aprendido de la otra persona?
3.- ¿Qué he aprendido de mí?

Puede que en un primer momento no veas nada positivo; pero, esfuérzate un poco, solo un poquito, y verás como esas respuestas van apareciendo.

Y recuerda: en la vida, nada sucede por casualidad; solo tenemos que abrir bien los ojos, la mente y el corazón y darnos cuenta de que de todo y de todos podemos aprender un montón de cosas.

Pero la decisión es solo tuya.

viernes, 7 de junio de 2013

Sin echar la vista atrás

¿Qué meter en aquella minúscula mochila? 

No tenía muy claro qué era lo que debía acompañarle en su nueva andadura y, tal vez, aquella bolsa era demasiado pequeña...; sin embargo, cuando la vio ahí, olvidada en el fondo del armario, supo que ella debía ser su compañera de viaje.

Sin pensarlo demasiado, cogió aquel libro, su cuaderno en blanco y un lapicero e introdujo todo en la mochila de cuero desgastado.

Después, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y, apoyando la espalda en la pared de aquella habitación que pronto dejaría de ser suya, se permitió cerrar los ojos unos instantes, echar la cabeza hacia atrás e inhalar intensa y lentamente ese aroma que invadía su vida.

Abrió los ojos. Con decisión, se puso en pie, agarró de una sacudida la bolsa con sus futuras pertenencias y salió  la calle.

Con paso decidido comenzó a andar. 

Sin permitirse, siquiera, echar la vista atrás...