Hace unos días, "propuse" una encuesta en una conocida red social en la que planteaba si a los 44 años se era mayor para cambiar de trabajo.
Si bien es cierto que, según lo esperado, no hubo excesiva participación, el resultado fue un rotundo NO.
Sin embargo, a raíz de varias charlas con personas de confianza y de alguna que otra lectura que "casualmente" ha caído en mis manos, llevo días dándole vueltas a ciertas cuestiones relacionadas con todo esto...
Me sorprende el ver cómo cuando un amigo, familiar o persona cercana nos comenta que no se siente bien con su pareja, que esta le hace daño o, simplemente, que ya no funciona, no tenemos ningún reparo en aconsejarle que la deje, que se separe de ella, que no permita que la dañen, etc.; pero, ¿qué pasa si lo que hace daño o no funciona es un trabajo? Seguro que a todos se nos llena la boca diciendo que la respuesta sería exactamente la misma y, sin embargo, sé de primera mano que eso no es cierto.
Tal vez el vivir en una sociedad capitalista nos haga sentir que necesitamos ese puesto, ese sueldo, para pagar un alquiler, unos gastos y tener una vida medianamente cómoda y digna. Y seguro que es cierto. Tal vez no esté bien visto en un currículum que se haya trabajado en muchas empresas. Tal vez sea miedo. O tal vez, simplemente, es que no es lícito ni adulto cambiar de planes y cerrar etapas...
Vuelvo a repetir que no lo sé. Pero lo que sí sé es que, cuando ya has vivido media vida y te planteas cambiarla, pocas son las personas que te apoyan, te animan a hacerlo o te dan una oportunidad. Y, no, no estoy hablando de dejar todo de la noche a la mañana con, como vulgarmente se dice, "una mano delante y otra detrás" - que, dicho sea de paso, me parece estupendo para aquellos que sean lo suficientemente valientes como para hacerlo -, no. Hablo de luchar por lo que se quiere, hablo de tener el coraje de admitir que lo que tienes ya no te llena y no te resulta suficiente, hablo de sentir que ya has dado todo lo que podías y que ahora quieres enfocar tu ayuda hacia otros lados y personas...
Igual simplemente es cuestión de pragmatismo; a lo mejor es que creo demasiado en que se debe hacer lo que realmente sale de dentro para que de verdad llegue a los demás y se pueda llevar a cabo una labor valiosa. Tal vez solo son pensamientos lunáticos de las cuatro de la mañana. O solo es que me considero con derecho a sentirme feliz y orgullosa lo que me resta de vida. Ni idea. Y tampoco me importa porque sé que, con el pequeño apoyo que tengo y las grandes ilusiones que me palpitan, seguiré luchando por ello.
¿Demasiado emocional? Puede ser. Pero, eso sí, desde hace tiempo, con los pies en el suelo. Porque ya hace años, alguien que sabe mucho de esto me enseñó que, para que los sueños se cumplan, se ha de tener "la cabeza en las nubes y los pies en la tierra". Si no, te caes. Es un concepto básico de la Física...